¿Recuerdas cuando eras pequeña y creías en los seres
fantásticos? Cuando uno de nuestros mayores sueños era vestirnos como las
princesas de los cuentos. Cuando pensábamos que algún día alguien llamaría a
nuestra puerta vestido de príncipe azul y nos invitaría al baile que
organizaban sus padres, los reyes del reino. Y que nos imaginábamos a nosotras
mismas vestidas de princesas, con largos vestidos de can-can y con guantes de
seda cubriendo los brazos hasta el codo. Con unos pequeños tacones y que, quizá,
tu príncipe te pondría tu zapato de cristal en el pie, tras habérsete caído a
medianoche en el palacio.
La gran
mayoría nunca llegará a ser una princesa como las de los cuentos que leíamos.
Y, en caso de que alguna llegase a princesa, estoy segura de que no sería la
clase de princesa que se había imaginado con tan solo, ¿seis años? Pero, seas o
no una princesa, nunca está de más jugar a imaginar.
Independientemente
de que sea una princesa o no, a mí, ahora, me gusta seguir recordando de vez en
cuando aquel tiempo en el que las hadas,
las princesas y demás seres fantásticos nos mantenían ocupadas la mayor parte
del tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario