Hace tiempo que quiero
escribirte esta carta, pero nunca he sacado tiempo para hacerlo. Ahora que han
empezado las vacaciones me he escaqueado y he conseguido sentarme en mi cama y
ponerme manos a la obra. Seguramente te hayas parado aquí, justo aquí y ahora
mismo estarás pensando el por qué escribo esta carta; no te preocupes, porque
en un segundo te resuelvo esa duda. Tú y yo nos conocemos desde hace bastante
tiempo y creo que ya es hora de que sepas lo mucho que significas para mí, el
problema es que no me gusta ponerme sentimental y no sé cómo voy a hacerlo
para que esto no se convierta en una declaración de amor o en una cursilada. Me
va a costar bastante, pero tendré que arreglármelas para conseguirlo porque si
es para ti estoy segura de que lo haré, en más o menos tiempo, pero lo haré.
Y así, sin darme cuenta
esto va cogiendo forma y ya llevo ocho líneas escritas y a punto de acabar la
novena. No voy contando las líneas para ver cuánto me queda para acabar la
carta y entregártela sino que me alegra saber que soy capaz de escribir mucho sin
cansarme de hacerlo.
Después de
releer varias veces lo que ya he escrito me doy cuenta de que a veces puedo
llegar a ser muy muy pesada, pero no soy perfecta, y lo reconozco. Tampoco me
gustaría serlo, pues la vida no sería lo mismo, no sabría la alegría que se
siente al perdonarse con un amigo, ese alivio, ese sentimiento de libertad por
haberte quitado un peso de encima. Y no es que los amigos sean un estorbo, ni
mucho menos, pero si te enfadas con un amigo de verdad, con uno de esos con el
que compartes momentos inolvidables; si de verdad le quieres, estás
deseando perdonarte con él y volver a empezar de cero, aunque la gran mayoría
de las veces no sepas como hacerlo. Cuando por fin te armas de valor y le pides
perdón y él te perdona, aunque por fuera parezca como si no os conocierais de
nada porque no sabes que decir, en el fondo tu corazón se siente libre y está
deseando soltar muchas cosas, pero que al pasar por tu boca se quedan atascadas
y no salen hasta que alguno de los dos da el primer paso, y a partir de ese
momento todo eso que estaba retenido en tu boca sale disparado, casi sin
querer.
Es posible que no leas esta carta, bien porque te parezca un
testamento y no te apetezca, bien porque nunca la recibas o bien
porque empieces a leerla y te parezca muy cursi. La verdad es que no
me siento muy capaz de enviarte esta carta. Dependiendo de cómo me quede y de
si me parece una cursilada o no, me plantearé la posibilidad de que la leas.
Si has llegado hasta aquí, lo más seguro es que te estés riendo mucho,
bastante, demasiado. Estarás pensando: "Pero mira que es tonta, ¿por qué
no iba a querer leer esta carta?".
Te entiendo, yo estaría igual, pero compréndeme, esto es raro, que
yo escriba esto es muy raro. Aunque lo que no es raro es que me esté yendo por
los cerros de Úbeda y en vez de agradecerte, pedirte perdón y ese tipo de
cosas, esté convirtiendo esto en algo gracioso, absurdo. Pero eso es lo que nos
gusta hacer a ti y a mí, ¿no? Hacer de todo, menos cosas coherentes.
Ahora que lo pienso, también está
bien esto de hacer una carta para hacer pasar un buen rato a alguien, y
como en este caso eres TÚ, creo que te mereces reírte, aunque te rías de
mí. Así que ya sabes, te doy permiso para reírte a carcajadas; en
realidad no te doy permiso, te OBLIGO.
Debes saber que yo también me estoy
riendo, un poco más y me ahogo. Es normal, ¿no crees? Si lo piensas bien
estoy escribiéndole a un papel, es absurdo. Como todo lo que yo hago.
¿Tan pesada soy? Es
que no sé cómo parar, la mano se desliza sola por el papel, no puedo
controlarla... Espero que te guste esto, aunque sea fíngelo, porque si no lo
haces me voy a deprimir mucho. Aunque tú no seas consciente de ello, esto me
está costando bastante, ya que hay muchas cosas que escribo sin
pensar y luego tengo que andar borrándolas.
Me estoy dando cuenta
de que esta carta (si se puede llamar así), no tiene sentido. Es una mezcla de
muchas ideas felices. Debe ser el resultado de escribir como máximo dos
párrafos por día.
No sé si dejarla como
está o modificarla porque si alguien la lee, quiero que vea que está
bonita. Tengo que pensármelo.
¿Quieres que vuelva
a retomar el camino que empecé el día que cogí un folio en blanco y
un boli; o prefieres que continúe diciendo tonterías sin sentido
alguno?
Pero que digo, ¿cómo me
vas a contestar? Lo siento, escribo sin pensar.
Creo que en cualquier
caso, después de tanto tiempo juntas ya sabes lo que pienso de ti, pero si
aún así quieres saberlo no dudes en preguntármelo.
Esto no era lo que yo quería
que recibieses, lo siento. Aunque, después de leerla varias veces,
creo que no me ha quedado tan mal. Espero que tú pienses lo mismo. Lo he
decidido, este papel va a llegar a tus manos y tú lo vas a leer.
Ahora viene la despedida, no
la voy a hacer muy larga, entre otras cosas porque ya se me está acabando el
folio y no quiero coger otro para que no parezca abuso. Así que, dicho, sea de
paso, gracias y perdón por todo. Te quiero.
PD: Esto no es una despedida, pues tú y yo vamos a estar siempre
unidas.