lunes, 14 de octubre de 2013

Te tengo que decir "adiós".

Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós. 
Quizá no me querías, quizá no te quería, quizá nos quisimos demasiado los dos. Pero te digo adiós. 

Te digo adiós para siempre, aunque siempre te recordaré. Te digo adiós como quién dice perdón. Ambas son palabras difíciles de pronunciar, pero sé que tengo que hacerlo.

A lo mejor no es la mejor solución. A lo mejor debería darte otra oportunidad. A lo mejor las cosas saldrían mejor si no lo hiciese. Pero te digo adiós. 

Antes te decía "adiós" cada noche. Cada vez que me despedía de ti. Pero sabía que no iba a ser el último. Esta vez es distinto. Ahora es el definitivo. Ya no va a haber más "adiós". Porque me voy. Me voy para siempre. 

Es posible que creas que es una mala decisión. Es posible que tengas razón. Es posible que me arrepienta de haberte abandonado. Pero te digo adiós.

ADIÓS. 

viernes, 2 de agosto de 2013

Una etapa más.



La infancia. La infancia es un periodo que no sé exactamente hasta que edad dura. Pero lo que sí sé es que en esa etapa de la vida se viven momentos que no se viven en ninguna otra.

Se juega con muñecas, se hace de peluquera y maquilladora retocando cada una de las barbies, se montan grandes batallas en las que participan diferentes clases de soldados y se organizan viajes en avión y barco que recorren toda la casa.

Y es que con un simple juguete se es feliz. Y a veces incluso sin nada entre manos, tan solo con tener un poco de imaginación y un espacio en el que poder llevar a cabo tus ideas, puedes mantenerte felizmente ocupado una tarde entera.

Y qué decir de cuando no se está solo. Cuando se tiene gente alrededor con quién jugar. Eso es genial. El poder experimentar con los pelos de las chicas creando e innovando todo tipo de peinados, organizar carreras de coches por todo el pasillo o jugar al famoso ‘papás y mamás’.

Todo se reduce a un baúl o armario en el que guardan los juguetes y los mayores secretos. Es como un baúl mágico. Está siempre inmóvil, pero cuando un niño lo abre para jugar con lo que hay dentro, cobra vida y viven grandes aventuras de la mano de niños inocentes.

Niños inocentes que cuando se les cae un diente lo dejan debajo de la almohada con la esperanza de levantarse al día siguiente con algún regalo. Niños que esperan con ilusión la noche del cinco de enero para poder ver a los Reyes Magos y no poder dormir esa noche con la emoción de los regalos.

Levantarse el seis de enero con una sonrisa, abrir la puerta del salón, comprobar que se han bebido la leche y empezar a abrir los regalos de tres en tres. Y una vez abiertos todos, llamar a tus padres y decirles que te ayuden a abrir las cajas de juguetes porque quieres estrenarlos ese mismo día.

Y es que en esta etapa de la infancia parece que todo puede hacerse realidad. Desde los cuentos de princesas y guerreros hasta los mayores deseos. Parece que todo se desarrolla en un escenario idealizado, un escenario en el que todo parece ir sobre ruedas.

miércoles, 31 de julio de 2013

¿Qué nos está pasando?

¿Qué nos está pasando? Ahora las relaciones tienen última conexión, los sentimientos se muestran a través de emoticonos, el estado de humor de las personas depende de si le han contestado al WhatsApp o no. El tiempo libre de la mayoría de los adolescentes se basa en redes sociales. ¿En qué se está convirtiendo la amistad? Muchas de las relaciones, ahora son virtuales. El teléfono fijo apenas se usa. Ya no se queda para arreglar las cosas, sino que se habla por WhatsApp. Y muchas veces esto hace que se empeoren.

¿Qué ha sido de las tardes comiendo pipas sentados en un banco hablando? Y no quedar y que esté cada uno con su móvil, bien jugando, bien hablando con otras personas. Es que ahora, ni siquiera los niños más pequeños salen a la calle o al parque a jugar. Prefieren quedarse en casa jugando con "maquinitas" o delante de la tele. Ya no se oye a los niños gritar y reír, sino el continuo pipipi del móvil o la tablet.

Pero parece que la gente no es consciente de ello. No es consciente de que la sociedad se está volviendo tonta. Si no tienen un aparato electrónico entre las manos, se aburren.

sábado, 25 de mayo de 2013

Princesas de cuento.


¿Recuerdas cuando eras pequeña y creías en los seres fantásticos? Cuando uno de nuestros mayores sueños era vestirnos como las princesas de los cuentos. Cuando pensábamos que algún día alguien llamaría a nuestra puerta vestido de príncipe azul y nos invitaría al baile que organizaban sus padres, los reyes del reino. Y que nos imaginábamos a nosotras mismas vestidas de princesas, con largos vestidos de can-can y con guantes de seda cubriendo los brazos hasta el codo. Con unos pequeños tacones y que, quizá, tu príncipe te pondría tu zapato de cristal en el pie, tras habérsete caído a medianoche en el palacio.

La gran mayoría nunca llegará a ser una princesa como las de los cuentos que leíamos. Y, en caso de que alguna llegase a princesa, estoy segura de que no sería la clase de princesa que se había imaginado con tan solo, ¿seis años? Pero, seas o no una princesa, nunca está de más jugar a imaginar.

Independientemente de que sea una princesa o no, a mí, ahora, me gusta seguir recordando de vez en cuando  aquel tiempo en el que las hadas, las princesas y demás seres fantásticos nos mantenían ocupadas la mayor parte del tiempo.

sábado, 11 de mayo de 2013

Lágrimas desordenadas.


Que no, que a mí no me va eso de llorar, de derrochar lágrimas por aquel que no se merece ni una gota de agua. Pero, desgraciadamente, hay veces que pueden con nosotros y casi sin darnos cuenta tenemos los ojos húmedos y del color de la sangre.

Y aun sabiendo que la gran mayoría de las veces no sirve de nada, pues las personas o cosa por la que esos lagrimones resbalan por nuestras mejillas, sonrojadas, no va a cambiar. Simplemente lo hacemos, lloramos. Suele ser inevitable.

No siempre lloramos por nuestra culpa. No siempre es porque hemos hecho algo mal. Lo que sí es seguro, es que siempre que lloramos, varias lágrimas resbalan por nuestras mejillas como si de una carrera se tratase.

Hay otra cosa que también es cierta, que independiente de por qué se llore, hay que intentar sacar siempre una sonrisa, aunque cueste. De esta forma será más fácil olvidar el porqué de nuestras lágrimas. 


sábado, 13 de abril de 2013

Porque es única.


Porque me conoce casi mejor que yo misma.
Porque los momentos a su lado son únicos e inolvidables.
Porque ella siempre me apoya e intenta ayudarme.
Porque cuando estoy con ella todo cambia, es como si me metiese en una burbuja.
Porque es una amiga de esas de las que ya no quedan muchas.
Porque sin ella a mi lado yo no sería la misma.
Porque gracias a ella soy capaz de sonreír aunque me cueste.
Porque a pesar de enfadarnos a menudo, siempre sabemos perdonarnos.
Porque nunca hubiera pensando que siendo tan diferentes como somos pudiéramos llegar a ser lo que ahora somos.
Porque las dos nos reímos por cualquier tontería.
Porque sabe sorprenderme con cualquier cosa.
Porque sabe perfectamente cuales son mis puntos débiles.
Porque se enfrenta a cualquiera para defenderme.
Porque ella y su sonrisa son inseparables.
Porque ya son varios años con ella.
Porque aunque al principio éramos como el perro y el gato, ahora somos uña y carne.
Porque con una mirada decimos más que mil palabras.
Porque la mayoría de las veces nos entendemos perfectamente.
Porque sabe cómo me siento en cada momento y viceversa.
Porque aunque no sea perfecta, sus virtudes superan con diferencia a sus defectos.
Porque es de las que divide la tristeza y multiplica la alegría.
Porque ojalá todos tuviésemos una amiga como ella. 

martes, 19 de marzo de 2013

De lo coherente a lo absurdo.


Hace tiempo que quiero escribirte esta carta, pero nunca he sacado tiempo para hacerlo. Ahora que han empezado las vacaciones me he escaqueado y he conseguido sentarme en mi cama y ponerme manos a la obra. Seguramente te hayas parado aquí, justo aquí y ahora mismo estarás pensando el por qué escribo esta carta; no te preocupes, porque en un segundo te resuelvo esa duda. Tú y yo nos conocemos desde hace bastante tiempo y creo que ya es hora de que sepas lo mucho que significas para mí, el problema es que no me gusta ponerme sentimental y no sé cómo voy a hacerlo para que esto no se convierta en una declaración de amor o en una cursilada. Me va a costar bastante, pero tendré que arreglármelas para conseguirlo porque si es para ti estoy segura de que lo haré, en más o menos tiempo, pero lo haré.

Y así, sin darme cuenta esto va cogiendo forma y ya llevo ocho líneas escritas y a punto de acabar la novena. No voy contando las líneas para ver cuánto me queda para acabar la carta y entregártela sino que me alegra saber que soy capaz de escribir mucho sin cansarme de hacerlo.

Después de releer varias veces lo que ya he escrito me doy cuenta de que a veces puedo llegar a ser muy muy pesada, pero no soy perfecta, y lo reconozco. Tampoco me gustaría serlo, pues la vida no sería lo mismo, no sabría la alegría que se siente al perdonarse con un amigo, ese alivio, ese sentimiento de libertad por haberte quitado un peso de encima. Y no es que los amigos sean un estorbo, ni mucho menos, pero si te enfadas con un amigo de verdad, con uno de esos con el que compartes momentos inolvidables; si de verdad le quieres, estás deseando perdonarte con él y volver a empezar de cero, aunque la gran mayoría de las veces no sepas como hacerlo. Cuando por fin te armas de valor y le pides perdón y él te perdona, aunque por fuera parezca como si no os conocierais de nada porque no sabes que decir, en el fondo tu corazón se siente libre y está deseando soltar muchas cosas, pero que al pasar por tu boca se quedan atascadas y no salen hasta que alguno de los dos da el primer paso, y a partir de ese momento todo eso que estaba retenido en tu boca sale disparado, casi sin querer.

Es posible que no leas esta carta, bien porque te parezca un testamento y no te apetezca, bien porque nunca la recibas o bien porque empieces a leerla y te parezca muy cursi. La verdad es que no me siento muy capaz de enviarte esta carta. Dependiendo de cómo me quede y de si me parece una cursilada o no, me plantearé la posibilidad de que la leas.
Si has llegado hasta aquí, lo más seguro es que te estés riendo mucho, bastante, demasiado. Estarás pensando: "Pero mira que es tonta, ¿por qué no iba a querer leer esta carta?".
Te entiendo, yo estaría igual, pero compréndeme, esto es raro, que yo escriba esto es muy raro. Aunque lo que no es raro es que me esté yendo por los cerros de Úbeda y en vez de agradecerte, pedirte perdón y ese tipo de cosas, esté convirtiendo esto en algo gracioso, absurdo. Pero eso es lo que nos gusta hacer a ti y a mí, ¿no? Hacer de todo, menos cosas coherentes.

Ahora que lo pienso, también está bien esto de hacer una carta para hacer pasar un buen rato a alguien, y como en este caso eres TÚ, creo que te mereces reírte, aunque te rías de mí. Así que ya sabes, te doy permiso para reírte a carcajadas; en realidad no te doy permiso, te OBLIGO.
Debes saber que yo también me estoy riendo, un poco más y me ahogo. Es normal, ¿no crees? Si lo piensas bien estoy escribiéndole a un papel, es absurdo. Como todo lo que yo hago.

¿Tan pesada soy? Es que no sé cómo parar, la mano se desliza sola por el papel, no puedo controlarla... Espero que te guste esto, aunque sea fíngelo, porque si no lo haces me voy a deprimir mucho. Aunque tú no seas consciente de ello, esto me está costando bastante, ya que hay muchas cosas que escribo sin pensar y luego tengo que andar borrándolas.
Me estoy dando cuenta de que esta carta (si se puede llamar así), no tiene sentido. Es una mezcla de muchas ideas felices. Debe ser el resultado de escribir como máximo dos párrafos por día.
No sé si dejarla como está o modificarla porque si alguien la lee, quiero que vea que está bonita. Tengo que pensármelo.

¿Quieres que vuelva a retomar el camino que empecé el día que cogí un folio en blanco y un boli; o prefieres que continúe diciendo tonterías sin sentido alguno?
Pero que digo, ¿cómo me vas a contestar? Lo siento, escribo sin pensar.
Creo que en cualquier caso, después de tanto tiempo juntas ya sabes lo que pienso de ti, pero si aún así quieres saberlo no dudes en preguntármelo.

Esto no era lo que yo quería que recibieses, lo siento. Aunque, después de leerla varias veces, creo que no me ha quedado tan mal. Espero que tú pienses lo mismo. Lo he decidido, este papel va a llegar a tus manos y tú lo vas a leer.
Ahora viene la despedida, no la voy a hacer muy larga, entre otras cosas porque ya se me está acabando el folio y no quiero coger otro para que no parezca abuso. Así que, dicho, sea de paso, gracias y perdón por todo. Te quiero.

PD: Esto no es una despedida, pues tú y yo vamos a estar siempre unidas.

Un poco de atención.


Sólo te pido un poco de atención. Que de vez en cuando me hables y des señales de vida, para que sepa que sigues ahí. No te digo que lo hagas todos los días o cada semana, al menos una vez al mes. Me alegrarías todo el mes. Pero no, haces justo lo contrario, me ignoras. Ya no existo para ti. Antes éramos dos amigos que siempre que nos veíamos había risas y tonterías. Ahora, sin embargo, me ves por la calle y ni me saludas.

Me gustaría que dejases de pensar un momento en ti, tus cosas y tus problemas y echases un vistazo al pasado, a todo lo que dejaste atrás al decidir la forma de vida que ahora llevas. Estoy segura de que no soy la única que piensa que has cambiado, que piensas demasiado en cosas que, hace unos años, nunca se te hubieran pasado por esa cabeza, que, ahora, está tan confusa.

Me acuerdo del día en el que te perdí. Te mandé varios mensajes diciendo que si quedábamos y tú no contestaste a ninguno. Algo pasaba. Se me cayeron las lágrimas y tú, a pesar de saberlo no te preocupaste por mí. Siempre estabas por ahí con tus amigos y tus fotos no eran normales. Me di cuenta de que tu forma de ser había cambiado. Te habías tomado demasiado en serio los consejos que te habíamos dado.

Desde ese día comprendí que nuestra amistad había llegado a su fin. Lo que antes era una carretera sin fin, ahora tenía un muro que impedía el paso. Y ese muro era muy difícil de romper, por no decir imposible.
Lo más seguro es que nunca vayas a leer esto, entre otras cosas porque no te vas a tomar la molestia de prestarme un poco de atención. Eso lo tengo claro.
Me despido de ti, de una persona a la que, a pesar de lo que ha ocurrido, nunca olvidaré. Después  de todo te sigo queriendo.


miércoles, 16 de enero de 2013

Aún no me he olvidado de ti.


¿De verdad crees que me he ido?, ¿qué me he olvidado de ti? Si a estas alturas sigues pensando eso es porque en realidad no me conoces. Si supieses cómo soy sabrías perfectamente que aunque estés lejos te sigo esperando y que siempre lo haré. Eres mi primer pensamiento al levantarme y mi último al acostarme. Habrá un día en el que ya no seas importante para mí, en el que me des igual, pero no puedo decirte que día va a ser, porque quiero pensar que aún falta mucho, infinito. No sé qué estarás haciendo en este momento, solo sé que yo siento un gran vacío en el corazón y que lo siento si esta hoja te llega mojada, pero es que no he podido contener las lágrimas.