sábado, 11 de enero de 2014

No te infravalores.

¿Nunca te has parado a pensar en cómo sería la vida sin ti?
¿Nunca has deseado ser invisible para ver cómo se comporta la gente cuando tú no estás?
¿Nunca te has imaginado a ti en otra familia, con otros amigos y otra forma de vida?

Independientemente de cuál haya sido tú repuesta a estas tres preguntas debes estar seguro de que hay alguien, como mínimo una persona, que te aprecia tal y como eres y que no te reemplazaría.

Puede que sientas que no sirves para nada, que cuando tú no estás la vida transcurre y nadie se percatarse de que falta alguien. Es posible que a la vista parezca como que nadie se acuerda de ti cuando estás ausente. Pero en el fondo, hasta las personas que menos te lo esperas, sienten un vacio, que falta algo.

Todos somos alguien en nuestra familia, clase, pandilla de verano etc. Y ese alguien ha sido puesto ahí, en ese grupo, para cumplir una misión.

No hay nadie perfecto, pero tampoco hay nadie completamente imperfecto. Todo el mundo tiene virtudes, y esas virtudes son las que hay que fomentar para sacar adelante al grupo.

Así que ya sabes, no te infravalores. No te desanimes. Piensa en aquellos que te apoyan, que te quieren. Si al prójimo se le echa de menos, ¿por qué a ti no? 



lunes, 14 de octubre de 2013

Te tengo que decir "adiós".

Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós. 
Quizá no me querías, quizá no te quería, quizá nos quisimos demasiado los dos. Pero te digo adiós. 

Te digo adiós para siempre, aunque siempre te recordaré. Te digo adiós como quién dice perdón. Ambas son palabras difíciles de pronunciar, pero sé que tengo que hacerlo.

A lo mejor no es la mejor solución. A lo mejor debería darte otra oportunidad. A lo mejor las cosas saldrían mejor si no lo hiciese. Pero te digo adiós. 

Antes te decía "adiós" cada noche. Cada vez que me despedía de ti. Pero sabía que no iba a ser el último. Esta vez es distinto. Ahora es el definitivo. Ya no va a haber más "adiós". Porque me voy. Me voy para siempre. 

Es posible que creas que es una mala decisión. Es posible que tengas razón. Es posible que me arrepienta de haberte abandonado. Pero te digo adiós.

ADIÓS. 

viernes, 2 de agosto de 2013

Una etapa más.



La infancia. La infancia es un periodo que no sé exactamente hasta que edad dura. Pero lo que sí sé es que en esa etapa de la vida se viven momentos que no se viven en ninguna otra.

Se juega con muñecas, se hace de peluquera y maquilladora retocando cada una de las barbies, se montan grandes batallas en las que participan diferentes clases de soldados y se organizan viajes en avión y barco que recorren toda la casa.

Y es que con un simple juguete se es feliz. Y a veces incluso sin nada entre manos, tan solo con tener un poco de imaginación y un espacio en el que poder llevar a cabo tus ideas, puedes mantenerte felizmente ocupado una tarde entera.

Y qué decir de cuando no se está solo. Cuando se tiene gente alrededor con quién jugar. Eso es genial. El poder experimentar con los pelos de las chicas creando e innovando todo tipo de peinados, organizar carreras de coches por todo el pasillo o jugar al famoso ‘papás y mamás’.

Todo se reduce a un baúl o armario en el que guardan los juguetes y los mayores secretos. Es como un baúl mágico. Está siempre inmóvil, pero cuando un niño lo abre para jugar con lo que hay dentro, cobra vida y viven grandes aventuras de la mano de niños inocentes.

Niños inocentes que cuando se les cae un diente lo dejan debajo de la almohada con la esperanza de levantarse al día siguiente con algún regalo. Niños que esperan con ilusión la noche del cinco de enero para poder ver a los Reyes Magos y no poder dormir esa noche con la emoción de los regalos.

Levantarse el seis de enero con una sonrisa, abrir la puerta del salón, comprobar que se han bebido la leche y empezar a abrir los regalos de tres en tres. Y una vez abiertos todos, llamar a tus padres y decirles que te ayuden a abrir las cajas de juguetes porque quieres estrenarlos ese mismo día.

Y es que en esta etapa de la infancia parece que todo puede hacerse realidad. Desde los cuentos de princesas y guerreros hasta los mayores deseos. Parece que todo se desarrolla en un escenario idealizado, un escenario en el que todo parece ir sobre ruedas.

miércoles, 31 de julio de 2013

¿Qué nos está pasando?

¿Qué nos está pasando? Ahora las relaciones tienen última conexión, los sentimientos se muestran a través de emoticonos, el estado de humor de las personas depende de si le han contestado al WhatsApp o no. El tiempo libre de la mayoría de los adolescentes se basa en redes sociales. ¿En qué se está convirtiendo la amistad? Muchas de las relaciones, ahora son virtuales. El teléfono fijo apenas se usa. Ya no se queda para arreglar las cosas, sino que se habla por WhatsApp. Y muchas veces esto hace que se empeoren.

¿Qué ha sido de las tardes comiendo pipas sentados en un banco hablando? Y no quedar y que esté cada uno con su móvil, bien jugando, bien hablando con otras personas. Es que ahora, ni siquiera los niños más pequeños salen a la calle o al parque a jugar. Prefieren quedarse en casa jugando con "maquinitas" o delante de la tele. Ya no se oye a los niños gritar y reír, sino el continuo pipipi del móvil o la tablet.

Pero parece que la gente no es consciente de ello. No es consciente de que la sociedad se está volviendo tonta. Si no tienen un aparato electrónico entre las manos, se aburren.

sábado, 25 de mayo de 2013

Princesas de cuento.


¿Recuerdas cuando eras pequeña y creías en los seres fantásticos? Cuando uno de nuestros mayores sueños era vestirnos como las princesas de los cuentos. Cuando pensábamos que algún día alguien llamaría a nuestra puerta vestido de príncipe azul y nos invitaría al baile que organizaban sus padres, los reyes del reino. Y que nos imaginábamos a nosotras mismas vestidas de princesas, con largos vestidos de can-can y con guantes de seda cubriendo los brazos hasta el codo. Con unos pequeños tacones y que, quizá, tu príncipe te pondría tu zapato de cristal en el pie, tras habérsete caído a medianoche en el palacio.

La gran mayoría nunca llegará a ser una princesa como las de los cuentos que leíamos. Y, en caso de que alguna llegase a princesa, estoy segura de que no sería la clase de princesa que se había imaginado con tan solo, ¿seis años? Pero, seas o no una princesa, nunca está de más jugar a imaginar.

Independientemente de que sea una princesa o no, a mí, ahora, me gusta seguir recordando de vez en cuando  aquel tiempo en el que las hadas, las princesas y demás seres fantásticos nos mantenían ocupadas la mayor parte del tiempo.

sábado, 11 de mayo de 2013

Lágrimas desordenadas.


Que no, que a mí no me va eso de llorar, de derrochar lágrimas por aquel que no se merece ni una gota de agua. Pero, desgraciadamente, hay veces que pueden con nosotros y casi sin darnos cuenta tenemos los ojos húmedos y del color de la sangre.

Y aun sabiendo que la gran mayoría de las veces no sirve de nada, pues las personas o cosa por la que esos lagrimones resbalan por nuestras mejillas, sonrojadas, no va a cambiar. Simplemente lo hacemos, lloramos. Suele ser inevitable.

No siempre lloramos por nuestra culpa. No siempre es porque hemos hecho algo mal. Lo que sí es seguro, es que siempre que lloramos, varias lágrimas resbalan por nuestras mejillas como si de una carrera se tratase.

Hay otra cosa que también es cierta, que independiente de por qué se llore, hay que intentar sacar siempre una sonrisa, aunque cueste. De esta forma será más fácil olvidar el porqué de nuestras lágrimas. 


sábado, 13 de abril de 2013

Porque es única.


Porque me conoce casi mejor que yo misma.
Porque los momentos a su lado son únicos e inolvidables.
Porque ella siempre me apoya e intenta ayudarme.
Porque cuando estoy con ella todo cambia, es como si me metiese en una burbuja.
Porque es una amiga de esas de las que ya no quedan muchas.
Porque sin ella a mi lado yo no sería la misma.
Porque gracias a ella soy capaz de sonreír aunque me cueste.
Porque a pesar de enfadarnos a menudo, siempre sabemos perdonarnos.
Porque nunca hubiera pensando que siendo tan diferentes como somos pudiéramos llegar a ser lo que ahora somos.
Porque las dos nos reímos por cualquier tontería.
Porque sabe sorprenderme con cualquier cosa.
Porque sabe perfectamente cuales son mis puntos débiles.
Porque se enfrenta a cualquiera para defenderme.
Porque ella y su sonrisa son inseparables.
Porque ya son varios años con ella.
Porque aunque al principio éramos como el perro y el gato, ahora somos uña y carne.
Porque con una mirada decimos más que mil palabras.
Porque la mayoría de las veces nos entendemos perfectamente.
Porque sabe cómo me siento en cada momento y viceversa.
Porque aunque no sea perfecta, sus virtudes superan con diferencia a sus defectos.
Porque es de las que divide la tristeza y multiplica la alegría.
Porque ojalá todos tuviésemos una amiga como ella.